𝗡𝗢 𝗧𝗘 𝗠𝗨𝗘𝗥𝗔𝗦 𝗖𝗢𝗡 𝗧𝗨𝗦 𝗠𝗨𝗘𝗥𝗧𝗢𝗦
Cuando fallece un ser querido, una parte nuestra se va con él. Algo dentro nuestro no sobrevive. Dejamos pasar el tiempo, como si fuese la única esperanza y la resurrección personal no ocurre.
Ponemos voluntad para tratar de “olvidar” como si eso se pudiese. Y no podemos. No podemos aceptar que no veremos más a esa persona tan querida…
Nos enojamos, nos sentimos culpables tal vez, sentimos miedo. Todas las emociones nos atraviesan.
Si además de todo esto que está perfecto vivirlo y atravesarlo, en algún momento pensamos “ojalá me hubiese ido con el/ella” y esta sensación o sentimiento permanece o sobreviene muchas veces la cuestión comienza a complicarse.
Si nos apartamos de personas, lugares y reuniones familiares o amistosas, si dejamos de hacer alguna actividad que nos gustaba, si abandonamos algún proyecto personal, si hasta una relación de pareja peligra por mi estado, si la mayor parte de las actividades que realizaba, ya no tengo ganas de hacerlas, estás en una situación de decirle a tu ser querido: “Yo te sigo en la muerte”
¿Qué sientes en este momento?
Exprésale lo que sientas, escríbele una carta, dile lo que te faltó decir o hacer.
Pero luego repite conmigo: “Todo lo vivido fue hermoso. Tú eres tú y yo soy yo, tú con tu destino y yo con el mío. Me quedo aquí un ratito más y ya nos volveremos a encontrar. Pero ahora elijo la vida y me quedo en la vida”
𝑬𝒍𝒊𝒋𝒐 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂 𝒚 𝒎𝒆 𝒒𝒖𝒆𝒅𝒐 𝒆𝒏 𝒍𝒂 𝒗𝒊𝒅𝒂… Cecilia Imbastari